La última división del PRI
Por Autor Conocido

La última división del PRI 

En las redes sociales comenzó a circular durante el martes una publicación de Luis Enrique Arreola, quien toda su vida política el sueño más grande y a la vez inalcanzable es dirigir al Partido Revolucionario Institucional, otrora todopoderoso en el ámbito político estatal y nacional. Hace en el escrito una crítica hacia su actual dirigente Edgar Melhem Salinas. 

Dentro de la síntesis, las acusaciones son variadas. Van desde los resultados, su labor al interior, su forma de controlar, desdeñar y hasta callar voces discordantes con su desempeño, de ofrecer lo que esté en sus manos a otros organismos rivales y, sobre todo, de impedir el resurgimiento del tricolor. 

La carta, extensa, carecerá de trascendencia adentro como afuera del organismo que, apenas hace más de un lustro, tenía el poder en la entidad, en las ciudades importantes, además de arrasar con curules en la Cámara de Diputados. Hoy, muy lejos se ubica de los tiempos de gloria. 

Lo relevante de la expresión es la muy evidente diferencia entre los priistas. Ya no se abraza a la institucionalidad, se dice abiertamente el sentir, pero en una escuela donde los líderes mandan y los súbditos obedecen, no es sencillo criticar. Ahí salen los choques cada día más públicos. 

Con la elección del 2022 en la puerta, los sobrevivientes no tienen un acuerdo. Para unos, lo mejor es ir en alianza con el PAN, pero otros no les agrada la idea y van más por competir solos. Solo están esos dos caminos en dicha corriente y, cualquiera que sea la decisión de Alejandro Moreno en el CEN, los dividirá. 

Y si eso pasa, el PRI terminará como el PRD. 

Los retos de Zertuche en MC 

Movimiento Ciudadano a nivel nacional mueve sus piezas ante las elecciones del 2022 en seis estados, como Tamaulipas. Juan Carlos Zertuche es una de ellas al ser nombrado coordinador estatal del partido, releva a Gustavo Cárdenas y tiene ante sí una enorme tarea: acrecentar la preferencia en la próxima votación para gobernador. 

Convertida en cuarta fuerza política, el desligue del PAN lo fortaleció, le dio un sello único al repararse de cualquier forma de pensar actual. Ahora, al gobernar más de 10 millones de mexicanos en Jalisco y Nuevo León, la consigna es hacer un buen papel.  

Y para cerrar, se aplana más el camino para Arturo Díez Gutiérrez en una eventual candidatura. 

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